La celebración de los santos apóstoles Pedro y Pablo, conocida también como la Fiesta de Blancos y Negros, es una de las manifestaciones más significativas del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) en la provincia de Manabí. Esta festividad, que se realiza en los 20 cantones donde se fusionan elementos religiosos, paganos, lúdicos y performativos que no compiten entre sí, sino que dialogan y se complementan. Aunque se enmarca en la devoción católica, sus expresiones más visibles —como los gobiernos simbólicos de Blancos y Negros, los bailes populares, las bandas de pueblo, las noches de artistas, la comida abundante y la bebida— le confieren un carácter profundamente profano y festivo. La representación de la República de Guinea o de los Negros, pese a la escasa presencia afrodescendiente en la zona, remite a una memoria social compartida que recrea, a través de la fiesta, antiguas relaciones de poder y resistencia.
Durante estas celebraciones se produce una inversión simbólica del orden social: personas del estrato popular son nombradas presidentes o ministros en gobiernos ficticios, subvirtiendo jerarquías y ridiculizando al poder establecido. Esta dinámica convierte a la fiesta en un espacio de múltiples significados, donde la sátira, la alegría y la memoria histórica se entrelazan. Más allá del espectáculo, esta festividad fortalece los lazos comunitarios, fomenta la solidaridad y consolida la cohesión social, convirtiéndose en una expresión viva de identidad y resistencia cultural que perdura en el tiempo y en el corazón de los manabitas.