Desafío del Trompo
ACUERDO MINISTERIAL Nro. MCYP-MCYP-2024-0065-A
Ministerio de Cultura y Patrimonio
Celebrado en el cantón Cotacachi, es una manifestación lúdica y tradicional de alto valor patrimonial que se enmarca en el contexto del “tiempo de finados”. Esta práctica ha sido transmitida de generación en generación entre las poblaciones mestiza y kichwa de las parroquias El Sagrario, San Francisco y Quiroga, y se remonta, según testimonios orales, al último cuarto del siglo XIX. Históricamente, este juego se convierte en un ritual simbólico de encuentro comunitario, donde las familias se reencuentran en un ambiente de respeto, competencia y destreza, celebrando el Día de los Difuntos no desde el luto, sino desde la vitalidad del juego, la memoria y el tejido social. La actividad también permite una apropiación activa del espacio público urbano y rural, transformándolo en escenario vivo de identidad y pertenencia.
La mecánica del juego, sus elementos materiales y su lenguaje han resistido el paso del tiempo, preservando su esencia original. El trompo, la bola de cabe y la cuyumba, elaborados con madera nativa de Cerote de los páramos del cerro Cotacachi, son protagonistas fundamentales del desafío, junto con los personajes que los manipulan con gran técnica y simbolismo: el bailador, el cabeador, el juez de cabe y el juez de línea. Estos roles no solo representan funciones dentro del juego, sino que también encarnan la transmisión de saberes ancestrales, la destreza manual y la valoración de los recursos naturales del entorno. La práctica exige precisión, fuerza y sincronización, lo que la convierte en un espectáculo que combina arte, deporte y tradición oral. Además, el uso de expresiones lingüísticas propias durante el desarrollo del juego refuerza la dimensión identitaria del desafío.Hoy en día, el Desafío del Trompo se desarrolla bajo una modalidad de campeonato que inicia en agosto y culmina con un cuadrangular final a finales de octubre, sumando más de dos meses de actividades que involucran a barrios, comunidades, familias y organizaciones locales. Este largo periodo de celebración ha fortalecido su impacto como evento comunitario que no solo divierte, sino que educa, preserva y visibiliza una parte esencial del patrimonio inmaterial de Cotacachi. En un contexto de modernización y pérdida de prácticas tradicionales, se mantiene como un símbolo de resistencia cultural, una expresión que articula pasado y presente, identidad indígena y mestiza, y que sigue resonando con fuerza en la memoria colectiva de sus habitantes.